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Árboles frutales en las ciudades: ¿son convenientes?

Las ciudades necesitan una conexión con la naturaleza de carácter permanente. No solo se trata de crear parques, sino de mantener zonas verdes ya existentes, que no requieran de riego artificial. Dentro de la vegetación urbana, los árboles son una de las partes más esenciales. Generalmente, los ayuntamientos y gobiernos locales optan por sembrar árboles grandes, que den sombra y cuyas ramas y raíces no den problemas. Pero, ¿qué hay de los árboles frutales?

En las aceras, es complicado

El principal motivo por el que los ayuntamientos se suelen negar a sembrar árboles frutales en las aceras se debe, precisamente, a la caída de los frutos. Estos, además de generar escombros, pueden causar lesiones si una persona pasa caminando debajo de ellos. Además, se pueden formar grupos de personas que traten de bajar los frutos, lo que perjudica el tránsito peatonal y la seguridad de las personas.

En todos los casos, si se decide sembrar o mantener árboles frutales en la vía pública, es indispensable entonces que el ayuntamiento, aparte de la poda y mantenimiento, se encargue de la recogida de los frutos. Esto puede producirse con diferentes sistemas, como una recogida programada según la temporada o la colocación de mallas donde caigan los frutos, sin que se estrellen en el piso.

En zonas verdes, mucho más factible

Ahora bien, tener árboles frutales en zonas verdes o incluso en parques pequeños tiene más ventajas que desventajas. Para empezar, el árbol está en su entorno y las personas tienen conocimiento que es un árbol frutal. Pero también hay más margen de tiempo y espacio para facilitar la recogida de los frutos.

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